SIN TON NI SON

Francisco Javier Escamilla Hernández

Últimamente he estado rodeado de personas que muestran malestares físicos de distintos síntomas, sin embargo, lo que tienen en común es que muestran mucha preocupación por lo que están viviendo día con día ¿estarán somatizando?

En la vida moderna, caracterizada por el estrés, las exigencias sociales y la constante presión por rendir, muchas personas experimentan malestares físicos cuya raíz no se encuentra en una enfermedad orgánica sino en conflictos emocionales no resueltos. Este fenómeno es conocido como somatización, un proceso psicológico mediante el cual las tensiones internas, preocupaciones o traumas emocionales se manifiestan en el cuerpo a través de síntomas físicos.

La somatización no implica que los síntomas sean imaginarios o falsos, por el contrario, las dolencias son reales y pueden afectar seriamente la calidad de vida de quien las padece; dolores de cabeza persistentes, problemas gastrointestinales, fatiga crónica, tensión muscular o palpitaciones son solo algunos ejemplos de cómo el cuerpo puede expresar lo que la mente no logra procesar adecuadamente. Estas manifestaciones muchas veces desconciertan tanto al paciente como al profesional de la salud, ya que las pruebas médicas no arrojan resultados concluyentes.

El fenómeno tiene un fuerte componente psicológico, las personas que somatizan suelen tener dificultades para expresar sus emociones, en especial el miedo, la tristeza, la ansiedad o la ira. En muchos casos, han aprendido desde la infancia a reprimir sus sentimientos o a considerar las emociones como una señal de debilidad y como resultado, el cuerpo se convierte en el canal a través del cual se comunican esas emociones bloqueadas. La somatización, entonces, puede verse como una forma inconsciente de pedir ayuda o de señalar que algo en la vida de la persona no está en equilibrio.

La sociedad también cumple un rol importante en la aparición de estos cuadros, en un mundo donde la productividad se valora por encima del bienestar emocional, muchas personas sienten que no tienen tiempo para detenerse, reflexionar o cuidar su salud mental; además, los trastornos emocionales siguen estando rodeados de estigmas, lo que dificulta que las personas busquen ayuda psicológica de manera abierta y oportuna.

Abordar la somatización requiere un enfoque integral que contemple tanto el cuerpo como la mente: la psicoterapia, especialmente las corrientes cognitivo-conductuales o psicodinámicas, puede ayudar a identificar los conflictos emocionales subyacentes y a desarrollar estrategias más saludables para manejarlos. Al mismo tiempo, es importante fomentar una cultura de salud emocional, en la que expresar lo que se siente no sea motivo de vergüenza, sino una herramienta legítima de autocuidado.

La somatización es una forma en que el cuerpo “grita” lo que la mente intenta silenciar. Comprender este proceso es fundamental para tratar no solo los síntomas físicos, sino también las causas profundas que los originan. Escuchar al cuerpo con sensibilidad y sin juicio puede ser el primer paso hacia una vida más equilibrada y consciente.

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